Durante meses, el conflicto en Etiopía entre el gobierno federal y las fuerzas del gobierno regional de Tigray ha costado miles de vidas y provocado el desplazamiento de miles de etíopes. La mitad de estos, son niños y niñas.
27/06/21 por Aina Dalet
Imagen de Niall Crotty
Tras el fin de la Guerra Civil Etíope en 1991, Etiopía se convirtió en un estado de partido dominante bajo el gobierno del Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (FDRPE), una coalición de partidos de base étnica cuyo miembro fundador y más influyente fue el Frente de Liberación Popular de Tigray (FLPT), dirigido por Meles Zeneawi como presidente y posteriormente, primer ministro hasta su muerte en 2012.
El 4 de noviembre del 2020, el primer ministro de Etiopia, Abiy Ahmed Ali, anunció una ofensiva militar contra el FLPT, el partido nacionalista que gobierna la región de Tigray. Eso se debe a que el mandatario acusaba a las tropas de Tigray de atacar una base militar cerca de Mekele, la capital de esta región.
Desde entonces, han sucedido varios enfrentamientos armados con ataques aéreos entre ambos bandos. Se estima que cientos de combatientes y civiles han muerto hasta el momento. Amnistía Internacional ha notificado de una masacre sucedida en la noche del 9 de noviembre en la que “decenas o probablemente cientos de personas murieron acuchilladas y a machetazos en Mai-Kadra, al oeste de Tigray”.
Imagen de Brett Sayles
Etiopía está en guerra ya que las fuerzas del gobierno etíope (Fuerzas de Defensa Nacional de Etiopía y fuerzas de seguridad de la región de Amhara) se encuentran en conflicto armado con las tropas de Tigray. El FLPT fue el partido dominante en Etiopía durante décadas. No obstante, la situación cambió con la llegada de Abiy Ahmed Ali. Este acusó de corrupción y abuso de derechos humanos a funcionarios de previos gobiernos y expulsó a ciertos políticos del gobierno central. También, disolvió la coalición multiétnica que había gobernado Etiopía hasta el momento y creó un nuevo partido. El FLPT se negó a formar parte de este y rechazó las negociaciones de paz entre Etiopía y Eritrea tras 20 años de guerra, porque no se habían tenido en cuenta sus intereses.
Las oposiciones crecieron el pasado mes de septiembre, cuando Tigray celebró sus elecciones regionales a pesar de haber sido aplazadas por el gobierno federal debido a la pandemia de la COVID-19. El gobierno no reconoció la legitimidad de esos comicios y puso fin a las relaciones y presupuestos con Tigray.
Imagen de Brett Sayles
Según las Naciones Unidas, en Tigray, más de dos millones de personas necesitan algún tipo de asistencia. También se estima que la región acoge 96.000 refugiados, en su mayoría procedentes de la vecina Eritrea; así como unos 100.000 desplazados internos.
A los principales problemas que afectan a esta región, que son la pobreza y la desigualdad, se suma la plaga de langostas del desierto que amenaza con avivarse progresivamente. Además de la suspensión de apoyo a esta región por parte del Gobierno, ha venido a agravar la situación, sobre todo para niñas, niños y mujeres. Miles de jóvenes están desempleados. Colegios y centros de salud no cuentan con suficientes recursos para atender a la población, menos aún en tiempos de COVID-19. Tampoco se debe ignorar la sequía, el gran enemigo que pone en riesgo la seguridad alimentaria de miles de familias.
Efectivamente, cerca de 60% de las personas de la región se hallan bajo una inseguridad alimentaria aguda. De esas, aproximadamente dos millones están bajo un nivel de emergencia grave que caerán en hambruna si no se toman medidas adecuadas. Los habitantes empiezan a morirse de hambre. También, hay una cantidad abismal de denuncias de violación sexual. Hombres habrían sido forzados a violar a sus familiares o mujeres obligadas a tener relaciones sexuales con soldados a cambio de recibir ayudas. Además, desde el 4 de noviembre, los servicios humanitarios están bloqueados debido al corte de las conexiones de teléfono, internet y cierre de aeropuertos y carreteras.
Imagen de Niall Crotty
A pesar de la creciente brutalidad del conflicto en Tigray, hasta ahora, el mundo exterior parece ignorar esta masacre. Efectivamente, el país africano ha cortado todo tipo de comunicaciones ya sea Internet o redes, así como carreteras y aeropuertos. También, ha prohibido el acceso a periodistas y a servicios internacionales de ayuda humanitaria. Pero la atención y la preocupación aumentan con las noticias de presuntas atrocidades y un empeoramiento de la crisis de refugiados. Se trata de un conflicto que está poniendo cotidianamente en peligro la vida de los etíopes. Con los cortes de conexión con el mundo exterior, el apoyo y asistencia internacional se ve limitada. Es un claro ejemplo de violación de los derechos humanos por parte del gobierno al que además se le suman una serie de otros peligros ya existentes como la sequia y la pobreza. Aunque estemos en una era tecnológica y globalizada en la que todo lo que suceda, sea mostrado por los medios de comunicación: no es porque no hablan de un conflicto que este no existe.