“La pobreza económica lleva al trabajo infantil, y este a su vez perpetua la pobreza” (Amnistía Internacional)
02/09/2021 por Aina Dalet
La República Democrática del Congo (RDC) es uno de los países con mayor índice de pobreza (por encima del 80% según Oxfam International). A su vez, es el país más rico en cuanto a recursos minerales imprescindibles para la industria electrónica y tecnológica. Efectivamente, la RDC posee más del 50% de las reservas de cobalto del mundo. Este se ha convertido en un metal estratégico e imprescindible para el sector automóvil y electrónico, ya que permite aumentar la esperanza de vida de las baterías que usan los vehículos eléctricos o los aparatos electrónicos (como los teléfonos, ordenadores o tabletas). Además, grandes empresas de aparatos electrónicos y automóviles eléctricos no suelen comprobar o afirmar si en sus productos se ha utilizado cobalto extraído con mano de obra infantil. Sin embargo, para que estos productos funcionen, ya que poseer un teléfono es imprescindible, prescindimos de los derechos de miles de hombres, mujeres, niños y niñas que trabajan horas infinitas, sin protección ni seguridad y ponen en riesgo su salud y bienestar.
Imagen de Zach Vessels
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) reúne a gobiernos, empleadores y trabajadores de 187 estados miembros con la finalidad de establecer normas de trabajo, formular políticas y elaborar programas promoviendo el trabajo decente de todos, mujeres y hombres. Dicha organización define el trabajo infantil como aquel que priva a los niños y niñas de su niñez, su potencial, su dignidad y que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico. Sin embargo, a día de hoy en el mundo aproximadamente 160 millones de niños (63 millones de niñas y 97 millones de niños) se encuentran en situación de trabajo infantil, lo que representa casi 1 de cada 10 de todos los niños del mundo. Además, casi la mitad de ellos realizan trabajos peligrosos.
Imagen de cornfield
Más del 50% del suministro mundial de Cobalto proviene de la República Democrática del Congo (RDC) donde las personas que trabajan en las minas (hombres, mujeres, mujeres embarazadas, niños y niñas), ponen en peligro sus vidas para extraer semejante material. Según UNICEF, alrededor de 40.000 niños y niñas trabajan en minas en todo el sur de la RDC, muchas de ellas de cobalto. Pueden llegar a trabajar hasta 24 horas seguidas en la mina, excavar más de 30 metros y su salario no supera los 2 dólares al día. Muchos de ellos enferman con frecuencia debido a la inhalación del polvo del cobalto que puede dar lugar a fibrosis pulmonar o al contacto directo del cobalto con la piel que puede causar dermatitis entre otros. Además de la escasa protección y seguridad, los niños y niñas pueden llegar a llevar sacos de mineral que pesan más de 40 kilos, lo que supera, frecuentemente, su propio peso. Frecuentemente, estos niño/as trabajan para poder ir a la escuela, aunque, por ley, en la RDC, la educación primaria es gratuita y obligatoria. Sin embargo, la falta de financiación por parte del Estado hace que las escuelas cobren a los padres para cubrir los costes del material y de los salarios.
Imagen de Tammy J Kelly
Desafortunadamente, este es solo un ejemplo de la explotación infantil en las minas de cobalto en la RDC, entre muchos otros más. Efectivamente, el trabajo infantil existe en numerosas regiones alrededor del mundo y en particular en los países más pobres y con mayor desigualdad. Casi la mitad del trabajo infantil tiene lugar en África, seguida por Asia y el Pacifico. Por ejemplo, en África Subsahariana, casi uno de cada cuatro menores está afectado por esta situación. Las peores formas de trabajo infantil según Amnistía Internacional son el reclutamiento forzoso para conflictos armados, la trata de niños y niñas, la servidumbre, la prostitución y pornografía, la obligación de realizar actividades ilegales (como la producción y el trafico de estupefacientes) o actividades que supongan cualquier tipo de peligro, dañen su seguridad y/o salud.
Imagen de Simon Reza
Es un circulo vicioso que tiene lugar principalmente por la demanda de cobalto por parte de nuestra sociedad de consumición y por marcas como Apple, Google, Samsung o Tesla que contribuyen a la esclavitud infantil y la privación de una infancia digna para los niños y las niñas.
“Las empresas tienen la responsabilidad de respetar los derechos humanos, sin embargo, con excesiva frecuencia los beneficios se obtienen a costa de abusos contra estos” (Amnistía Internacional)